
No necesitas todas las respuestas
Tan pronto como tu amigo abre su boca, sabes lo que sigue. Otro aluvión de preguntas difíciles preguntas que no sabes cómo responder:
“Si Dios es Amor, ¿por qué hay tanto sufrimiento?”
“¿Cómo puedes creer en Dios cuando la ciencia nos da mejores respuestas?”
“¿Qué le da a tu Dios el derecho a decirme lo que tengo que hacer?”
Además de tus deberes, las extraescolares y tus padres pidiéndote que ordenes la habitación, no sabes cómo podrás conseguir encontrar respuesta a todas estas preguntas.
Aquí va (prepárate):
¿Por qué piensas eso?
¡Perdona si eso suena como un anti-clímax!
Pero la realidad es que mientras tu amigo quiere desafiar tus creencias, probablemente no se hayan dado cuenta de que ellos también tienen creencias propias. Estas creencias están ocultas, como las raíces de un árbol. Sus preguntas son el árbol que crece a partir de sus creencias de raíz.
Mucha gente no piensa en este tipo de creencias. Eso es porque estamos rodeados de ellas; el aire que respiramos está lleno de presunciones como:
- Dios no existe.
- La ciencia tiene todas las respuestas.
- Solo yo puedo definir mi identidad.
Estas presunciones están en los espectáculos de televisión y películas que vemos, los libros y revistas que leemos, la música que escuchamos. Son tan comunes que la gente no se percata de que son creencias, no hechos.
Parte de tener buenas conversaciones sobre la fe es ayudar a nuestros amigos a ver que ellos tienen creencias propias. Queremos ayudar a otros a ver que todos nosotros damos por hecho ciertas cosas. Todos nosotros necesitamos mirar nuestras presunciones sobre el mundo.