La inseguridad y las relaciones con nuestros padres

Sentirnos queridos por nuestros padres es muy importante; todo lo que hace que seamos especiales para ellos tiene mucho valor, pero los favoritismos traen consigo rivalidades, celos, que no favorecen un ambiente de seguridad y tranquilidad. Entonces, no pienses que ser el preferido de tu padre o tu madre, y por tanto gozar de algunos privilegios, va a ayudarte permitiendo que te sientas más seguro. Estar muy protegido por alguien hace que seas más dependiente, que no te atrevas a realizar las cosas por ti mismo, que no creas tanto en tus posibilidades, y no va a fomentar tu autonomía ni la confianza en ti mismo. […]

En todas las familias hay favoritismos. Si piensas un poco en la tuya, verás por quién se inclina más tu padre, y por quién tu madre… En parte, es natural. Hay afinidad por forma de ser, por gustos, por aspectos relacionados con cómo se vivió el embarazo o el momento de nacer, etc., que hacen que uno tenga más afinidad por uno que por otro, pero la clave está en que eso no se note, en que haya un trato igualitario hacia los hijos o, mejor dicho, ajustado a las especiales y específicas necesidades de cada uno. Eso supone equilibrio y da lugar al desarrollo de una afectividad sana.

¿Qué tal es la relación con tu padre? ¿Crees que tiene preferencia por ti o por alguno de tus hermanos? Ten en cuenta que es posible que él no sea muy consciente; que haga diferencias de las que no se entera; quizás piensa que lo está haciendo bien, que está dando un trato igualitario, pero en la realidad no es así. Ante esto, tienes varias opciones: Pasar toda la vida enfadado con tu padre por ello, echándoselo en cara y distanciándote de él, o declarar la guerra al hermano o hermana que se está beneficiando de ese favoritismo. También puedes intentar comprender por qué ocurre eso, procurar hablar con tu padre, pero no desde la pataleta de “y a mí qué…”, ni desde una actitud caprichosa e infantil que no va a llevarte a ninguna parte, sino desde la parte más madura de ti mismo, que, aunque se siente dolida, intenta comprender las cosas, intenta hablar con serenidad, expresar lo que siente y plantear alguna alternativa para mejorar la relación.

[…] Nuestros padres, nos llevemos mejor o peor con ellos, son una parte muy importante. Los necesitamos.

La relación con la madre es muy especial. Imagínate nueve meses en su vientre, teniendo un contacto directo con ella; siendo nuestro mundo una pequeña parte del suyo, nos movimos y crecimos en ella hasta uno de los días más dolorosos para ambos, el día en que vimos la luz, en el que empezamos a respirar y nos encontramos con ruidos, cambios de temperatura, luces, etc…

Cuando naciste fue el primer día que lloraste, aunque ya no te acuerdas. Tan pronto nace un bebé, si es posible se pone cerca de la madre, en contacto directo con su piel, para que se sienta tranquilo y seguro. Se ha estudiado que hay consecuencias en la afectividad de los niños que han tenido que estar tiempo en la incubadora, o que falleció su madre al nacer. De repente, se ven alejados de la persona que les da el calor y la paz que necesitan. Esta persona es la que se llama figura de apego. Es un vínculo muy especial, que no termina después de los primeros meses de vida, sino que se extiende a lo largo del resto de los años. Recurrimos a mamá para recibir mimos, para sentirnos queridos, para sentirnos seguros y aceptados.[…]

¿Qué tal es la relación con tu madre? Si reconoces que eres poco agradecido con ella, quizá sea un buen momento para que tengas un detalle: escríbele una nota, llévale un regalito… No esperes a que falte para darle el reconocimiento que merece. A lo mejor, estás dolido con ella, piensas que no recibes el cariño o la atención que necesitas y que no está ayudando a que te sientas querido y seguro. Pues también puede ser un buen momento para que intentes expresárselo; escríbele una carta diciendo cómo te gustaría que te tratase, lo que echas de menos… pero sé comprensivo con ella; es muy posible que no lo haga por sus muchas ocupaciones o por sus propias necesidades o carencias. En muchas ocasiones, encontramos que, detrás de una madre que da poco cariño, hubo otra madre, que es la abuela que tampoco se lo dio. Algunos padres no saben cómo hacerlo, otros lo realizan a su manera, y sólo unos pocos, no lo hacen ni se esfuerzan por cambiar porque son egoístas y quizás nunca desearon que nacieras. En el peor de los casos, siempre habrá un Padre dispuesto a darte el cariño, la protección y la seguridad que necesitas, como dice el famoso salmo: “aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo Dios me recogerá”. El abandono puede ser de muchos tipos; no se refiere sólo a que estos se mueran, o que te echen de casa o que desaparezcan, sino también a cuando están ahí pero es como si no estuvieran. Dios nunca falla, y cuanto más le conozcas, más vas a encontrar el sentido de tu vida, el amor que Él tiene hacia ti y la confianza para afrontar las dificultades.

Créditos

Texto extraído del libro «Sin temor» del sello Yam! de Andamio Editorial y GBE, escrito por Esteban Figueirido, psicólogo, conferenciante y pastor.

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